Muchas veces leemos libros un tiempo para después olvidarlos como ha sucedido en el sistema educativo con el método Froebel. Más siempre existe algo que pervive cuando algo se ofrece. Nada es olvidado del todo.
Es lo que sucede con esta novela de Agustín Martínez.
Mirándola inicialmente, en primera lectura, había muchos fuegos artificiales. Luego en la segunda vi un ritmo casi teatral que me recordó a "Venus observada" de Christopher Fry, obra literaria que leí hace años en inglés. Así concluí que esta obra no es meros fuegos artificiales como tampoco es fuegos fatuos, podría decirse que hay algunos de ellos. Es, más bien, como observar la escultura "La Diosa" del escultor catalán Clará rodeada de flores rojas a la puesta del sol, como mirar una de las obras del pintor japonés Tsuguhara Fujita o como escuchar una melodiosa pero tétrica fuga a tres voces que emule a Bach.
Al final cuando menos me lo esperaba me recordó el cuadro de "Los Fusilamientos del 3 de Mayo" de Goya, cuadro oscuro, trágico, sangriento, lleno de furiosa fuerza. Una obra "La Mala Hierba" donde La Luz y color narrativos son los verdaderos protagonistas frente a unos personajes que en uno o dos caso refulgen, brillan, impactan en la retina del lector.
Así esta novela recuerda esas películas de Jean Gabin como "El clan de los sicilianos" y las vinculadas al comisario Maigret o incluso algún personaje al actor gaditano Clark Gable más no con el humor del Cádiz de Ohio sino con el del Cádiz español en películas como "Sucedió una noche".
Definitivamente, tengo que decir que aunque inicialmente me aburrió en sus primeros compases después la disfruté tanto como de crío disfrutaba de un helado "Magnum" viendo la serie "Magnum P.I." con Tom Selleck en televisión.
Así que como la carne de un buen chuletón o si sois veganos una deliciosa hamburguesa vegetal degustad esta novela. No creo que os arrepintáis tras su lectura.
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