Lectores:
Inicialmente cuando leía los primeros capítulos de esta novela me encontré pensando en Azorín o, incluso, Juan Ramón Jiménez. Todavía no entiendo la razón completamente. Sentí que tenía algo de este estilo de la generación del 98, o del 70 (según algunos querían o, aún hoy, quieren llamar). Encontrarme con ese protagonista masculino fue como tropezarme con un dux genovés.
A su vez respecto al conjunto de la novela venían a mi los versos siguientes:
"De la oscuridad eres la hija,
de la noche blanca y fría,
del cielo estrellado que cobija, ´
la memoria del mundo que existía."
La narrativa en esta historia de este modo fue un poco como ver la película "Inmersión Letal" por cuarta o quinta vez y descubrir en ella algo nuevo coo un matiz diferente en una de las obras de Gentile da Fabriano, el pintor italiano. Sí, amigos, fue como la obra "Hojas para el arte" del poeta Stefan George. Me encantó descubrir en ella esas cualidades. Cualidades que viendo la historia que se nos traslada llegados por así decirlo al inicio del "tercer acto" de la historia me recordaron las palabras de "El Señor de los Anillos":
"Avanza el rey: atrás el miedo
y adelante el destino. Leal y fiel, (...)"
Por que sí. esta novela nos habla de un destino leal y fiel como de unos personajes dirigidos magistralmente por Harold Robbins como su fuese Arturo Pendragón con sus Caballeros y Damas del Reino de Camelot viajando hacia un punto donde el miedo queda, se deja, atrás.
Me ha gustado mucho.
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