"Para el artista creador, el problema consiste, antes que nada, en hacer una prospección y determinar que es lo que ofusca el espíritu y, seguidamente, liberar a éste y al hombre". Oscar Kokoschka.
Con esa frase, con ese texto, podría resumir la profundidad temática de esta obra, "Las voces de las hormigas" de Ramón Cerdá, más allá del género literario al que pertenece. Hacer que una obra consiga recordar con esa fuerza las palabras de otro autor o creador, filósofo o político es siempre algo único.
Al contrario que otros autores con la misma temática o, al menos, el mismo perfil de narración Ramón Cerdá coloca sus personajes, como si fuesen oscuros en un paisaje narrativo luminoso. De forma, que si fuese un cuadro lo que tengo delante me decantaría por uno de los cuadros de Karel Fabritius. De tal manera uno disfruta viendo como el autor juega con la física del relato como lo hacía Alexander A. Fadeiev en "El último de los Udege" o incluso en algunos pasajes de "La Derrota". Y, sabed, que no existe una derrota vergonzosa.
Reconozco que existió un momento en que la obra me pareció tan anárquica como un contrafagot mal afinado tocando "El aprendiz de Brujo" de Dukas. Más como un bello fado cargado del sino del lirismo en voces como las de Amalia Rogrigues o MJ Pérez; además, esta lectura consigue embriagar pues destila ese arte siempre lleno de "fair play" desde la interacción de los personajes hasta la de aquellas cosas minúsculas que como un lápiz en una mesa llena de lápices pasan desapercibidas, sobre todo en una primera lectura.
Me agradó su lectura; y, aunque no confíe en que os guste a todos pienso que os debo de recomendar su lectura por la determinación que se percibe en ella por parte del autor. Ya me contaréis que os parece tras leerla si os apetece otorgarme ese tiempo de puesta en valor de una lectura común.
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