Buenos lectores:
Estamos en el Día del Libro y hoy toca subir algunos comentarios. Comenzando por esta obra. Aunque este comentario fue inicialmente redactado hace algún tiempo atrás.
¿Qué tienen en común una empollona, un pasota, un chico del que es fácil ser amigo y un chico que esté en una banda de música? algo tan sencillo como la capacidad de soñar, de imaginar, de ser curiosos y de sentir amistad.
Podríamos dividir la obra en tres actos acordes con esas palabras de Douglas Adams, Olga Tokarczuk y Key Ballah.
Sí, amigos lectores, la primera parte nos habla de ese mundo gris e infeliz en el que inicialmente vivimos; también es donde poco a poco vamos tropezando con los protagonistas y otros personajes secundarios que orbitan alrededor de la historia principal, pero que en algunos casos son relevantes en la acción o lo que va a suceder posteriormente a su aparición. Son meros puntos luminosos que viven la vida como si actuasen por control remoto sin explorarla ni sentirla. Eso será lo que nos haga mirar a los protagonistas y su forma de mirar el mundo.
Cunado nos adentramos en la segunda parte de la historia, en ese segundo acto que diría de estar en teatro, nos invita a mirarnos a nosotros y a la sociedad. Nos invita a ver a través de los ojos de esos personajes que sueñan un futuro que la autora ya tiene perfectamente planificado y que sin maniobra para evadirlo sólo podemos compadecer o envidiar.
Finalmente, llegamos a la parte definitiva, a la parte final de la obra. Es una parte plena donde se nos aclara lo importante de la historia, donde se nos habla de la capacidad maravillosa, hermosa y poderosa que tenemos todos y cada uno de nosotros tal como tienen los protagonistas.
En su conjunto es una obra que engancha al lector que tiene ese toque de muchos libros infantiles y juveniles como los de Enid Blyton, Mark Twain o Julio Verne pero con una narrativa completamente distinta y tal vez mas cercana a novelas como las de James Ellroy o Harold Robins. Eso es algo que hace que miremos su presente para tal vez comprender como habitar en el nuestro y no vivir en un mundo gris y triste que no serie tampoco un mundo feliz como imaginaba Huxley si no un mundo vivo, lleno de cosas que descubrir con sus victorias o con esas perdidas que llenan de dolor o añoranza nuestro espíritu o corazón.
Si cuando era niño al ir en bicicleta silbabamos la melodía de "Verano Azul" con este libro se nos invita a ir silbando alguna melodía de Oldfield. Mike Oldfield, mientras alzamos la mirada al firmamento y pensamos en lo que un extraterrestre pueda pensar de nosotros mientras nos observa desde su nave espacial...
Un libro memorable donde los haya.
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