Lectores:
Quiero decíroslo sin rodeos. Frederick Forsyth junto a Ken Follett o Ian Fleming es uno de mis autores que gusto de leer siempre que puedo, es casi como un familiar que cada cierto tiempo llega a casa.
Así es con esta novela, una obra escrita de forma ejemplar, virtuosa; donde se nos muestra cierto sentido del heroísmo o el deber. Con respecto a las obras de este autor y muchos lectores tendría que emular al cardenal Martini (y no, no hablo de una bebida alcohólica) que decía de los católicos que "son una mayoría perezosa arrastrada por una minoría laboriosa y activa". Es lo que se traslada con respecto a muchos lectores cuando se saca a este autor a colación, pero como podemos ver en esta obra también es un comentario acorde con esa sociedad que el autor nos muestra, aun de forma pequeña y parcial, por medio de los personajes de la obra y muchos pasajes de esta.
Leí en algún sitio hace tiempo que hay faltas que no son perdonables ni en este mundo ni en el otro. Más cuando leo obras como esta siento el ánimo escrupuloso de cuestionar esa idea y el fastidio de actuar de forma pasiva cuando hemos de hacerlo con coraje.
No es, mirando detenidamente, una obra como las demás. No. Su lectura es como subir al tejado de esa iglesia, catedral, templo o mezquita y mirar el paisaje no con nuestra mirada si no con la del personaje central o incluso con la de alguno de los secundarios, para así ver el mundo con otros ojos y mirada distintos de los nuestros.
Es una novela perfecta para la adaptación al cine o al cómic. De hecho, siempre me he preguntado por que nadie se anima a realizar esas adaptaciones que igual que pasa con este libro hipnotizarían a muchos lectores de un amplio rango de edades tanto como a muchos amantes del cómic o del cine.
No sé que más os puedo decir salvo invitar a que cojáis el libro y no os amilanéis a la hora de leerlo completo y, sobre todo, disfrutarlo.
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