Amigos lectores:
Un clásico de aventuras viene a verme y viene a veros en esta ocasión.
Muchos somos los que hemos leído este libro de niños o de adolescentes, pero quedan muchos que no lo leyeron, no de infantes ni de jóvenes y por lo que dirá la gente no lo leerán de adultos. Es una pena.
Sin embargo, es un libro muy interesante, relevante, es transversal como otras obras de Julio Verne y se guía con maestría a lo largo del relato que se nos narra de forma fluida y viva.
En esta obra el autor pinta escenas, personas y situaciones como si fuesen paisajes en un cuadro con un estilo ligero y elegante sin caer en lo rimbombante. Sabe como jugar con las luces y sombras de una historia que no es una lucha entre el Bien y el Mal sino una historia de salvación e incluso camino a la redención de algún personaje.
Recuerdo que un profesor que tuve decía de esta obra que era como viajar de Plymouth a Bournemouth en otoño para encontrarse con la primavera de Arles. No sé todavía hoy si eso es cierto o no. Lo que sí puedo decir es que para mí esta obra es como esa isla solitaria de aventuras a la que acudir cuando necesito recorrer tierras y mares del mundo sin salir de casa, es esa aventura y ese romance, es olor a montaña y salitre.
En resumen es un libro que siempre disfruto con su lectura y que para mi es de esos inolvidables.