Un día habitual en tierras gallegas consiste en mantenerse seco, no congelarse con el frío y andar con rapidez cuando llueve para no mojarse mucho y entrar en calor.
Aún así la gente lee y dedica un tiempo que casi podría decirse sagrado a ello por eso es agradable cuando un autor compromete su tiempo tanto o más que el lector en la obra que nos va a entregar. Por eso, algunas veces están bien lecturas que recuerdan el caso Watergate en cierta medida. Esas tramas políticas, empresariales, policiacas y criminales que tanto vemos en las noticias. Es lo que Pedro Feijoo nos ofrece en "Ninguén contará a verdade".
El libro. la novela, tras cerca de 630 páginas nos entrega un viaje iniciático. En una suerte de búsqueda del verdadero tesoro que todos poseemos: la información. Lo hace de una forma tan maravillosa que recuerda un poco esos libros de Dan Brown. Pues también Dan Brown no habla de la corrupción. Si, tal vez nosotros no seamos corruptos. Puede que a nosotros no nos importa la corrupción en la sociedad en la que vivimos pero a la Corrupción y a los corruptos si le importamos nosotros; y, eso es algo que Pedro Feijoo trata de mostrar en esta novela por activa y por pasiva.
Iremos con Gael, con Olivia y con Marosa o Salva Lamas. Todos ellos buscan una verdad en medio de una guerra, una guerra por el poder, por el dinero y por el saber.
Ahora bien hace un momento hablaba de Dan Brown, pero si os digo un secreto más que a Dan Brown a mi me recordaba a autores como Henning Mankell o como James Ellroy.
Muertes, palizas... Lo típico y clásico de novelas policiacas, novelas negras, novelas de espías, de esos thrillers que muchas veces se nos presentan en la pequeña y gran pantalla, es algo a lo que esta obra bien podría optar. Todo ello ofrecido con esa naturalidad de lo que se sabe que es pero que nadie nombra, lo que antes decía: la corrupción. No cualquier corrupción si no esa que convierte al ser humano en un cazador, pero no un cazador cualquiera: un cazador de hombres. No matándolos necesariamente si no teniendo información sobre ellos que pueda servir de presión. Eso implica mucho tiempo de investigación y de trabajo exhaustivo. Tal vez es lo que yo y tú, mi buen lector, deberíamos hacer si queremos optar a tener un trabajo en una empresa, o una institución pública conseguir información que haga que quieran contratar y contar con uno si o si.
Me impresiono en ese sentido Álvaro Novoa, un cazador, y no cualquier cazador. Un cazador que tiene sus trofeos que no es sólo un cazador de animales o un pusilánime. Álvaro Novoa es un cazador de hombres de pleno derecho y le temen. Hacen bien en temerle a pesar de vender que su tiempo ha pasado, pues en realidad va más adelantado de lo que muchos están en nuestra sociedad. No, no caza hombres de forma literal si no en lo referente a la información que consigue de ellos y sobre ellos, en eso se parece más a él Gael que si propio hijo Caitán.
La obra es una maravilla. Empieza con algo tan sencillo como hablar de la oscuridad. No cualquier oscuridad si no la oscuridad de lo cotidiano que podemos encontrar en necrológicas y en las páginas de sucesos, incluso en las esquelas de los tanatorios o las habitaciones de hospitales y residencias.
Nos habla de esa velocidad con la que la sociedad avanza, de ese sudor engañoso, de esa forja de lo irreal como real. Nos habla de sentirnos helados ante la intemperie de aquellos que ostentan el poder mientras nos dirigen palabras que se clavan en uno como el extremo de un cuchillo en esa tostada del desayuno o ese "sandwich" mixto que vas a cortar.
Ciertamente espero que si leéis este libro no tengáis inconvenientes en ver más allá de nombres, más allá de personas que pueden ser más o menos reales. La corrupción no es un bien perteneciente solo a unos si no que abarca a todos.
Quiero con todo enviaros algo: un autor se debe a los lectores aunque algunos pasajes nos parezca muy directos. Más en la tinta que nos envían en sus libros, en libros como este (sobre todo), en esas palabras, como pasa en este caso se nos invita a ver más allá de una simple refriega. Nos invita a informarnos y a tener información para luchar por nuestro sitio junto a la estufa y el calor.
Tal vez se nos muestra lo miserable de nuestra sociedad que cae sobre nosotros como la llovizna en una tarde fría. Una tarde en la que uno puede mientras lee este libro escuchar oído avizor esas noticias referidas a gentes de diverso calado ya sea a nivel político como social o incluso militar: a lo mejor puede parecer una labor aburrida que uno al cabo de una hora y media quiera deshacerse del libro. Más conocer la información de aquello que nos rodea en profundidad, por ejemplo de quienes hacen qué y para qué en un sitio como Vigo o una villa como Arzúa o una población como Nigrán es algo importante por tiempo que lleve y disparatado que parezca.
Algunas veces el anhelo por conseguir trabajar en algo y que no le sea a uno permitido hace que cuando uno trabaja como Gael viendo datos de dinero y a donde va el dinero, de información diversa sobre cosas que puede que se realicen por que alguien presiona o da algo para que eso se lleve a cabo, aprenda a saber hacer como Álvaro Novoa y guardar información de mucha gente desde tu vecino del 8º B hasta el político o empresario de turno que está aquí o allá o acullá. Mientras leía el libro me acordaba de cierto político socialista, sabio e inteligente que se dio cuenta de que en la información esta el poder.
Verdaderamente, esta obra casi es un manual de lo que hay que hacer si quieres que te hagan caso en empresas, los políticos, y otras gentes... El respeto del miedo, del miedo a la información que tienes o puedes tener sobre ellos. Por tanto, más allá de la brutalidad de algunas escenas explícitamente sangrientas tal vez lo verdaderamente "gore" no es precisamente lo que tiene sangre en esta obra.
Por ello os invito a que si tenéis un poco te tiempo leáis este libro. No os asustéis de su grosor. Se lee rápido.
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