Amigos lectores:
Después de avanzar en la lectura de esta obra me llegó el eco de las palabras de David, el Rey, en algún lugar de la Biblia:
"Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción."
Si leemos esta novela, por tanto, como un texto apocalíptico que juzga a cada uno, según sus obras y creencias, nos estamos equivocando, pues lo que hace es invitarnos a tomar en serio nuestra forma de proceder frente a nuestras obras y creencias en esta vida.
Está claro que no es un poderoso libro profético que el autor nos entrega y tampoco es simplemente el típico libro de zombies, muertos vivientes, o ángeles. Si nos quedamos en eso tendremos una lectura, más o menos, entretenida pero seremos unos necios.
Escapemos, pues, a esa perversa simplicidad mientras tomamos la obra entre nuestra manos y comenzamos su lectura.
El libro hace la crítica social más cruda que he visto aunque usa una formula demasiado oscura, y, a pesar de ello nos transmite una promesa y esperanza. Esas dos cosas sirven para nosotros, nuestros hijos, y para todos aquellos que la lean aunque la lejanía física o temporal les haga tener otras ideas y creencias.
Nos dice la obra que aunque caminemos en la oscuridad, nada debemos de temer. Si obramos el bien, hacemos cosas por nuestros semejantes, podemos alejar la oscuridad de nuestro mundo, pues ante todo la oscuridad de este novela es la oscuridad que todos llevamos en nuestro interior.
Espero que el viaje por los oscuros pasajes de esta obra entre resucitados y supervivientes de un Apocalipsis que es más interior que exterior sea y haya interesante para los que la hemos leído y la lean en el futuro.
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