No sé si fue el azar o quizá una extraña atracción lo que me llevo a coger este libro en la biblioteca. Fuera lo que fuese no me arrepiento de leerla, desde "El Circulo Mágico" no había leído una obra que atrapase al lector como lo hace ésta. Se ve que es un obra madurada y cuidada como los mejores vinos. De manera que la doble evolución de la historia, por un lado de Diego de Castro o Raimundo Randa, por otro lado de David Calderón y Sara Toledano, nos transmite esa fascinación por lo imposible propia de la fantasía, y de la arqueología (de la búsqueda de tesoros perdidos).
El autor tiene razón en que se percibe la esencia de "El Capitán Trueno", "El Príncipe Valiente" o "indiana Jones", pero también de obras de misterio y agentes secretos al estilo de algunas de Ken Follett.
Logra armonizar todos los elementos, los reales y los fantásticos, de forma soberbia. No nos hace leer sobre un lugar, nos hace estar en ese lugar; y, eso es muy complicado de hacer en una obra compleja como esta.
Cada elemento, cada detalle, desde los elementos, religiosos a los históricos, desde personajes reales como Felipe II, o según el autor, El doctor Vergara, a los personajes ficticios como David Calderón conforman un conjunto que en nada debe envidiara ese misterioso laberinto o escrito cúfico que dividido en doce trozos se convierte en un quebradero de cabeza para todos.
En algunos momentos, la obra es conmovedora como una poesía épica y romántica. Se podría decir que esta obra es un sueño ofrecido al lector, un sueño que nos dirige como brújula a través de la mágica ficción de lo narrado.
Estoy seguro que a muchos lectores les agradará poder enfrentarse a la lectura de una obra como esta.
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