Buenos lectores:
Es curioso ver como se deja ver nuestro ego en ocasiones. Unas veces cuando el que está frente a nosotros trata de exponer que lo que se dice no es la única vía o camino, pero cuyos recuerdos en ese mometno son vagos. Frases como "¡Acaso crees que sólo sé de ordenadores y que no sé nada de...!". Soltar este tipo de frase en cualquiera de sus variantes es como tratar de ignorante, de inculto y de persona sin conocimientos al interlocutor que trata de explicar algo de forma argumentada. Tengo que decir que eso no sucede con este libro en cuestión y parece que tampoco parece que su autor nos esté soltando esa fracesita que hace un instante escribí.
Algunas veces con respecto a los libros, libros como este, pasa eso mismo. Parecen o los vemos como obras prepotentes. Por ello tratamos de dejarlos de lado y no les dejamos la oportunidad de mostrar lo que quieren contarnos, decirnos, enseñarnos o expresar con su contenido. Nosotros sabemos más aunque realmente si realmente supiesemos deberíamos actuar como Socrates o como Descartes. No saber nada y dudar de todo.
No saber nada, porque muchas veces lo que nos ensaña la práctica habitual no es lo que es correcto. Y, dudar de todo, por que tal vez todo lo que hemos visto hasta ahora no es como se no ha explicado y como se enseña que debería hacerse.
Así con esa sencilla idea debemos de llegar a este libro, comprenderlo y disfrutarlo.
Carlos García Cortes selecciona un hombre del cuál hablar, sobre el cuál escribir y el cuál darnos a conocer. Lo hace a través de un ensayo biográfico que ofrece un intento de explicar lo que a lo mejor con las palabras y a viva voz no puede expresar por olvidar elementos, pero que de esta manera da un pérfil desde su perspectiva y establecido en una serie de líneas de conocimiento sobre aquel del cuál escribe. Eso es algo importe: El Conocimiento. Pues muchas veces el medio escrito permite hacer lo que no el verbal: Escribir aquellas partes que se olvidan que fallan de nuestra memoria por no tenerlas anotadas a la vista en el momento de hablar. El autor con esta obra cubre ese aspecto.
Lo primero en lo que se esfuerza con estas páginas es en dar a conocer a un personaje arzuano dentro de ese aura social, religiosa y representativa de una época en Santiago de Compostela. El autor de esta manera se muestra en sentido virtuoso con respecto a lo que nos presenta pero también inspirando la otra virtud que se transmite con la información a las personas interesadas en conocer personajes vinculados al Camino de Santiago, a Arzúa y a Compostela. Es la de ser investigador y conocedor.
Es, por consiguiente, una obra que incentiva el deseo de investigar, de conocer, de evaluar y de atender a otros sin mirar a nuestro ombligo. Invita y convoca a una labor emprendedora y desinteresada de conocer y dar a conocer.
No es una obra conformista como sucede con otras similares. Es una obra atenta al orden, al lector y a seguir un esquema concreto para presentarnos al personaje de Santiago Pastoriza Taboada y Martínez. Casí podría ver el sentido de esta obra como el de algún documental. De hecho, sería muy interesante usarla de base para hacer un documental donde se diese a conocer no sólo al personaje sino también su lugar de origen, esas tierras donde inició su camino y el ambién también de aquella época en la Compostela que él conoció y que nosotros podemos intuir al pasear por algunas de sus calles o ir a alguno de sus lugares emblemáticos.
Una obra esta ciertamente curiosa.
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