Desde 1948 hasta nuestros días existen dos hermanos popularmente conocidos por ser pícaros, atrevidos, dispuestos a ayudar al necesitado o atrapar al ladrón, no siempre con buenos resultados o como en las películas de "Sólo en casa" con buenos resultados dependiendo del cristal con el que se miré. Son unos hermanos bien avenidos entre ellos, pase lo que pase, y en ese sentido daban y todavía hoy dan ejemplo a muchos niños y adultos; y, tocados por una fama que a muchos lectores que no conocen la trayectoria previa de Escobar no podrían comprender, pues es una fama merecida.
Se los incluye no sin razón en la llamada Escuela Bruguera y aparecieron por primera vez en la publicación Pulgarcito.
Lo que hizo triunfar desde un inicio a estos personajes, ya desde las primeras páginas hasta las más actuales, fueron dos cosas: el dinamismo de cada aventura y la sátira social que trasladaban y trasladan al lector. Muestran cosas comunes de las que quizá no nos podríamos reír por la calle pues nuestros padres o profesores como D. Pantuflo, el padre de Zipi y Zape, o D. Minervo, su profesor, podrían conllevar un tirón de orejas, mandarnos al rincón de los burros o a la habitación de los ratones. Presentan sus aventuras así situaciones que poniéndolas en viñetas permiten reír no sólo a los niños si no también a los padres y a la vez recibir el castigo apropiado a esas risas cuando la aventura termina con el consiguiente castigo a los protagonistas.
Como en otros personajes aparecen las persecuciones, un elemento que también implica humor y risa, y que traslada al juego infantil de la pilla, para imponer el castigo a los dos truhanes o más bien bribonzuelos y otras veces el auto castigo que se terminan imponiendo los adultos cuando cometen una injusticia con los dos protagonistas.
Ahora bien, en nuestra sociedad, que podría pasar con Zipi y Zape si se presentasen a una editorial tal y como se presentaron en 1948 para publicar en Pulgarcito, en Bruguera. Posiblemente serían injusta y duramente criticados por un sector de la sociedad pues muestran unos roles muy determinados y concretos para los personajes en cuanto a como es la vida familiar, cuál es el rol de la mujer y del hombre, el sistema educativo, la apología del maltrato a la infancia, y un largo etcétera. Quejas y denuncias que posiblemente hoy día la editorial trataría de evitar tomando la decisión equivocada de o publicar las aventuras de estos personajes o tratando de cambiar esos elementos que pueden ser objeto de confrontación, incluso para ir de modernos podrían solicitar al autor que los protagonistas fuesen niñas, por eso de la igualdad, y que los padres trabajasen ambos fuera de casa. Más con esos cambios tendríamos una historia muy distinta y no tendríamos a Zipi y Zape.
La historia es la que es a nivel social, los personajes de cómic que han ido apareciendo son los que son. Y, estos, sin lugar a dudas, y más allá de cualquier crítica son unos personajes queridos a los que no se debe cambiar por ideologías, aunque ellos cuál Mafalda, por partida doble, de vez en cuando si que den a ver con sus palabras o hechos su ideología particular sobre la sociedad, el bien y el mal, o la política.
En definitiva, os aconsejo leer sus cómics y si os es posible desde 1948 pues os permitirá ver como van evolucionando personajes e historias, situaciones humorísticas y sátiras de la sociedad del tiempo en que se publican. Seguro que hoy Esocabar en Zipi y Zape también haría sátira con nuestra sociedad actual con Zipi y Zape.
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