miércoles, 19 de febrero de 2020

"EL TEJIDO DE LA ESPADA" de J.M. Pallarés

Mis buenos lectores:

Estad siempre todos prontos para coger un libro, lentos para leer y lentos para la comentar aquello que se ha leído o para criticarlo. Pues muchas veces la lectura de una obra si es mal realizada no produce la respuesta justa que un autor quiere con respecto a su obra. Por consiguiente, eliminad todo aquello que os permita leer una obra como la de hoy con libertad y placer; y, alejad esa maldad que muchas veces nos sobra a la hora de hablar de un libro. 

Dice un fragmento del "Libro del Tao" que el hombre virtuoso se parece a un recién nacido. Toda obra con más o menos fantasía es una recién nacida para aquel que la lee por primera vez. Es algo nuevo. Si cae en las manos de alguien que a la hora de hablar de ella es virtuoso y honesto, posiblemente obtenga un juicio de valor merecido. Pero, tristemente puede suceder en nuestros días que no sea así.

Es por eso que la obra en esta ocasión se me hace complicado decidir con claridad si me ha gustado o no. Llevando a la práctica lo que suelo hacer normalmente cuando leo un libro me he sorprendido un par de veces pensando que a la obra le faltaba algo. Claro, me limitaba a leerla tal y como muchas veces leo otras muchas obras casi mecánicamente como si fuese un robot. Si os atrevéis con la lectura de este obra no os limitéis a leerla, engañándoos a vosotros mismos con que la habéis entendido y  concluir o que es maravillosa o que mejor hubiese sido que nunca hubiese caído en vuestras manos, pues quien solo lea la novela y no penetré realmente en ella no podrá hablar de ella bien. Es lo que me hubiese pasado a mi si me hubiese quedado con esa primera lectura, más me aventuré a volver a leerla y descubrí que en cierto sentido se parece a aquella persona que se mira la cara en un espejo o que percibe como Narciso su propio reflejo en el lago, y apenas se lee, uno termina enamorado de ella. Ahora bien, también me di cuenta de que mientras avanzaba con su nueva lectura, mientras más leía y trataba de verla tal y como era comprendí que o hablaba de ella con justicia o daba media vuelta y me olvidaba de ella.

Esta claro que no me pude olvidar de ella. No me enamoré como Narciso de su reflejo, de ese reflejo de nosotros mismos que el autor nos ofrece en sus personajes.  Más al leerla en el silencio de la noche  concentrado en el silencio, con total libertad, descubrí algo maravilloso, esta novela no es de esas nacidas para leer y olvidarse, sino para recordarla, e incluso tratar de ver su singularidad. No es que sea muy diferente de otras, pero si es singular cuando uno la lee de la forma adecuada y con el ambiente perfecto a su alrededor. 

Tras su lectura descubrí que en ella los personajes son como las gentes que nos rodean y existe quien se cree digno o perfecto y no tiene a raya su lengua; engañándose, son gentes vacías, y en la obra hay personajes así, que se nos muestran para que no tropecemos en el mismo error que ellos. Otros parecen imperfectos como héroes pero si son personajes dignos de emular. Ello hace de esta una obra profundamente viva e inolvidable.

En cualquier caso, la novela termina a pesar nuestro, para bien o para mal, mostrándose pura e intachable a los ojos de cada uno de nosotros como lectores, pero cuidado pues ese ser pura e intachable puede ser en un sentido negativo, poderosamente negativo. Más a pesar de ello, se nos entrega a cada uno para enseñar y que aprendamos. Pues hace que los hechos que ocurren las vidas de sus personajes, sus tribulaciones, su forma de presentar la historia que ha de llegar cada uno de nosotros nos invita a no mancillar las palabras que nos regala en su historia con la efímera banalidad de este mundo en cuando a lo que muchos pueden llegar a opinar sobre ella.

A ver que os parece a vosotros, os invito a leerla.


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