Mirad con ojos claros esta obra de Clara Obligado y Ángel Zapata. Es un sacrificio de sus autores que humildemente llega a nuestra presencia, hasta ese altar que es la balda de nuestra biblioteca particular o la estantería de la biblioteca pública.
La obra es una efusión del sentimiento de los autores que se entrega a los lectores y que estos pueden o no voluntariamente aceptar.
Por ello hay que dar las gracias a los autores. Hay que agradecer ese intento de llegar a un público más dado a la pornografía que al erotismo, a un público que prefiere entregarse al placer de los sentidos que "a más altos menesteres" como dirían los hombres en la época dorada de la literatura española. Comparten sus sentimientos y cantan a los placeres a los que estos sentimientos les llevan. Así, del mismo modo, que unos cantaban loas de amor bucólico en la noche, en la tarde, en el día… Los autores de esta nos convidan a gozar si no en cuerpo físico si, al menos, en alma a través de las palabras de sus cartas que congregan en esta obra para disfrute del lector que tenga la valentía de abrir la obra.
Personalmente, he de decir que no es una obra que atienda a mis deseos literarios. No es la obra que en un principio buscaría para leer o pasar el rato. Con todo, es una obra que peregrina por las estanterías de las bibliotecas y librerías y que al menos puede dar ideas para escribir cartas, algo que en estos tiempos de los correos electrónicos, el messenger y similares está muy olvidado.
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