Lectores:
Algunos libros pueden agotarnos como lectores y es lo que me sucedió con esta lectura. No es un mal libro, reconozco que tiene una historia envolvente pero "Tengo miedo torero" de Pedro Lemebel no me atrapó.
Ahora bien, si fuese un scout literario y encontrase este libro en Chile sin publicar, o publicado pero que no fuese conocido fuera de ese país a pesar de gustar en él, ya fuese por parte del autor o una editorial. Yo, enseguida, estaría acudiendo a los pocos contactos que tengo de editoriales para ponérselo delante y seguro que hablaría de él, tal y como ahora hago, en todos los medios posibles.
Principalmente por tres razones lo sugeriría.
La primera es que me encanta el argumento de la historia, una historia que narra esas partes oscuras de un época desde diversos aspectos sociales, personales e ideológicos; y que se ofrece a cada lector de forma luminosas entretenida.
La segunda es esa fuerza descriptiva que existe en las palabras de Lemebel que usa de forma adecuada y a propósito con una intención muy concreta que embriaga con toda su potencia al lector.
La tercera razón son los personajes. no son sombras de personas que podrían o no existir sino que el autor consigue que existan, que sean seres que nos rodean, que son seres vivos que están a nuestro alrededor mientras leemos y que casi se pueden tocar o sentir tangibles pues como decían en cierta película "Nadie es perfecto" y Lemebel no los crea perfectos sino que busca que sean reales.
Me gusta esa parte del libro donde después de 71 páginas nos dice: "Y ahí comenzó todo, allí se habían conocido, enamorado y casado con la promesa de tener muchos hijos felices siempre." Más, ¿a dónde va en ocasiones la felicidad?
Vemos como algo maravilloso personajes como Cata Ortuzar, o Carlos, La Rana o la Loca del Frente.Y a través de ellos se nos dice: "¿cuál es el destino de la felicidad? ¿es posible encontrarla?" De alguna manera parece que en tiempos oscuros también se puede encontrar hasta cierto punto y medida, pero tampoco es una felicidad completa y definitiva, no es ni llega a ser una felicidad que llena y que cura el dolor y las heridas.
Creo que si podéis vida por sus palabras por un Chile un tanto distinto, o quizá no tanto, del Chile que hoy nos podremos encontrar. Pues lo que si es cierto que muestra la realidad del espíritu de los chilenos, sean de la clases que sean con sus debilidades, miedos, terrores, con su honestidad o con su crueldad, pero sobre todo con un amor a su tierra que todos comparten aunque tal vez no de la misma manera.
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