Lectores, que tenéis en vuestras lecturas una forma de meditar:
No, esta obra no esa ocultando su sentido filosófico, ni su título es indicador perfecto del tema principal. En realidad pone un nombre y nos anuncia de que trata la obra o que encontramos en ella.
No, esta obra no esa ocultando su sentido filosófico, ni su título es indicador perfecto del tema principal. En realidad pone un nombre y nos anuncia de que trata la obra o que encontramos en ella.
Algo se lee ya desde le comienzo. Desde esas primeras líneas en al que el autor hace que la obra acapare las capacidades del lector. Es un pequeño tesoro de pelagras y pensamientos, con un postre que es al cerrar el libro la capacidad de pensar y meditar sobre lo que hemos leído profundamente y sin cortapisas. Sin embargo no es capaz de eliminar el aburrimiento de todas las tardes adivinándose como una obra pesada pero no imposible de finalizar una vez iniciada su lectura.
Se podría comparar con un camino que serpentea, sube y baja, como queriendo enseñarnos algo que protege tras una verja de hierro. Se adivinan las enseñanzas, y las ideas del autor, incluso como un conjunto de esas austeras concepciones ya olvidadas en nuestros días.
Es coo un arroyo que nunca se secó porque no llegó a salir de la fuente, arrepintiéndose, riendo o llorando, amando, naciendo y muriendo. Al fin y al cabo, teniendo una vida. Algo sobre lo que el autor también nos invita a meditar.
No muchas obras son así. Muchas son frías, sin mensajes ni enseñanzas, son obras apagadas y muertas que exportan una falsa ansía de vivir. Son todo lo contrario que esta obra.
Vale la pena leerla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes dejar lo que te parece cada uno de los comentarios.