Lectores aquí esta mi comentario de esta obra, en él esta incluido el "Epílogo" de la misma:
El hecho de leer una obra no me supone un motivo para alzarme orgulloso. Sería caer bajo el influjo del pecado. Igual pecado es no sentirse satisfecho con aquello que uno lee, pues leer es adquirir cultura pero también es ponerse en ese umbral difuso que separa la realidad de la ficción, sobre todo en nuestros días. La cultura del pasado, aunque este sea ficticio, del presente y del futuro es algo importante. La literatura juego un gran papel en esa comprensión aunque sea basada en mitos o que cosas que podrían ser o existir, sean de ciencia ficción o de fantasía.
Cuando comencé la obra de hoy “Atlantis contra Mu”, no he tenido más remedio que volver en mi recuerdo a antiguas lecturas de autores diversos y variados, autores como J.J. Benítez y, ¡ay de mí si no cito también algún programa de televisión actual como el documental “Alienígenas Ancestrales” o “Generación Alien”! Si al llegar a este punto emitir estas palabras fuese por deleite o placer, en eso mismo estarían mis beneficios, mis ganancias. Pero, si tras leer la obra, a pesar mío hablase de ésta como si ese fuese mi oficio, entonces, ¿qué sentido tendrían mis palabras? Pensemos al respecto unos segundos... Yo lo hago muchas veces, lo hago cada vez que comento un libro. Precisamente dar a conocer un libro, anunciándolo gratis, sin usar el derecho esclavo del crítico o comentarista al que remuneran por sus palabras, es lo que me hace hablar con libertad. Pues, hablando con libertad, puedo seguir y profundizar o simplemente quedarme en la superficie de las aguas invitando a cada uno de vosotros a acercarse a esta obra.
Eso es la mágica de una buena presentación de un libro. Invitar a conocer esa obra sin necesidad de comprarla de forma inmediata. Pues cada uno debe de elegir cuando, como y en que momento debe de comprar este u otro libro. Más hoy, en este comentario tengo que recomendar esta obra, por su cercanía a autores como Tolkien pero también por ciertos toques que me han recordado a Isaac Asimov.
Los autores antes citado no fueron los únicos que encontré de referencia. El inicio de la obra me ha remitido de forma inspiradora a la de un clásico de la literatura, y no precisamente de la ciencia ficción, pero sí de alguna obra vinculada a antiguas civilizaciones. Estoy hablando de Arthur Conan Doyle, ¡Sí, ese Arthur Conan Doyle en el que ahora estás pensando! En concreto me recordó la obra titulada “El anillo de Thoth”, y conseguir ya de inicio que un lector que haya leído la obra de Doyle tenga ese recuerdo es algo mágico e impagable. Más a medida que franqueaba el umbral de las páginas de la novela observé que había historias que se entrelazaban, temas que permanecían y se sostenían huidizos, servidos a los lectores como un “todo para todos”, que avanza entre unas brumas débiles, para llegar a la memoria oculta de los lectores, llamando fuertemente a la puerta de los más aventajados. Es la transmisión del mito y la creencia más allá de la fe pero sabiendo que esa misma fe es la que permite que esa sensación, ese guiño al pasado remoto desde nuestro presente, permanezca ahí desde un comienzo hasta el final. Existe algo más que no debemos olvidar, sobre todo en nuestros días: el deseo o anhelo de poder. Ese deseo, ese anhelo, es un poder que como veremos en la obra es capaz de destrozar corazones y vidas, abrir terribles heridas, apagar la llama de una cultura y la luz de las estrellas que nos rodean, sean hombres humildes de nuestro propio planeta Tierra o seres del otro lado del Universo. Viendo eso casi podríamos pensar en series como "Galactica" o grandes sagas como "Star Wars", pues ese tema también aparece en ellas como lo hacen muchos otros.
Es cierto, con obras como ésta mis días transcurren como si estuviese en una lanzadera dispuesto a viajar más allá de los límites de la realidad tal y como nos la quieren presentar. Me trasladó a mis días de lector de biblioteca y me hizo recordar a un autor que ahora he olvidado, un autor que trataré de buscar, pero que como el autor de esta novela hacía guiños a otras de sus obras dentro de una de sus historias. Los malvados, el mal. Esa oscuridad que anida en cada uno de nosotros por humildes, bondadosos o piadosos que nos sintamos o creamos que somos. Todos tenemos un “Señor Oscuro” en nuestro interior, un “Herodes” o un “Pilatos” como el bíblico o como el de la obra de David Mateo “Noches de Sal”. Eso consiguió que en un primer momento, mientras leía la obra y meditaba sobre lo que leía, pensase que mis ojos a lo largo de la historia no verían momentos de dicha. Erraba en ello. Así, al anochecer del tercer día de lectura de esta obra, cuando se puso el sol y mientras la lluvia y el viento golpeaban con fuerza la ventana del lugar desde el que escribo, descubrí que también en la obra se agolpaba la luz. Se oculta detrás de una puerta esperando para revelarse a cada lector que la busque y que sepa que debe encontrar. Así, desde ese escondite expulsa nuestra propia oscuridad, nuestros propios “demonios”, algunos muy actuales. Una luz que parece decir al que la encuentra: “Vámonos a otra parte, para alejarnos de todos aquellos que me buscan. Vámonos en la búsqueda de la Verdad del pasado, pero también del presente y de nuestro futuro.”
Descubrir eso me llenó de dicha, y con dicha seguí adelante en la aventura de leer este libro de José Enrique Serrano Expósito.
Tengo que descubrir a cada uno de vosotros que he visto otros guiños. Si hay más guiños aunque quizá el autor jamás haya tenido contacto con ese origen. Si, amigos lectores. Existen incluso guiños que me han hecho recordar algunos puntos de la serie “Dark Angel” cuando se habla de la ingeniería genética, pero también en cierto momento en mi mente brilló el recuerdo de Morgoth y el nacimiento de los orcos que se narra en “El Silmarillion”. Si, amigos, nos deja guiños hacia la actualidad del estudio de la ingeniería genética, pero también del tráfico de personas y su uso, en los dos casos, como esclavos o siervos. También nos habla de la mentira y el engaño, del lugar que el ser humano representa en este mundo en el que nos vemos colocados.
A medida que leía, algunos recuerdos se agolpaban en mi mente, entre ellos el de uno de los profesores que tenía en el instituto, Antonio Costa Gómez. Si, ese recuerdo al leer esta novela me ha hecho ver que sea la que sea nuestra situación personal, quizá en algunos casos dura y terrible, siempre estamos en el sitio adecuado para dejar nuestra huella aunque ésta sea un grano de arena en el desierto o una gota de agua en el mar. Una huella que si sabemos buscar el momento puede perdurar milenios tal como han perdurado a lo largo del tiempo las historias de la Atlántida, Mu, Lemuria o Thule. Esa también es parte de la magia de esta novela: mantener ese recuerdo.
Es por esa razón que me ha llenado de alegría poder leer en dos tiempos distintos e incluso escribir un epílogo para ella. Os invito por consiguiente a que si tenéis un momento, y la posibilidad, hagáis una lectura de la misma.
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