sábado, 5 de abril de 2014

"LA VISIÓN" de Inma Pérez Ortolá


Con el título original de "Espantosa Incertidumbre" tenemos una obra que cuando me adentré en las páginas de esta obra sentí un escalofrío. La capacidad de descripción, de encuadre, me hizo recordar algo que tenía largamente olvidado como escritor, como narrador, como contador de historias. La cercanía del relato me hizo recordar otras obras y otros autores. Me hizo viajar a mi pasado como lector. Me hizo recordar el primer relato, un relato mucho más corto que esta obra y que durante años busqué hasta que tras leer esta obra el azar quiso que volviese a encontrar.


Si me ha hecho recordar viejas lecturas pero también el inicio de viejos relatos e historias que yo mismo escribí en otro tiempo. Así aunque el inicio no es especialmente nuevo en forma y estilo. Muchas novelas y relatos empiezan de forma semejante. El salto que se da al poco tiempo de adentrarnos en su lectura me ha recordado el salto de escena de las películas en en cine y me ha llevado a creer que de esta obra se podría sacar un buen guión para una película o para el episodio de algún tipo de serie.

Por consiguiente, todo lo anteriormente dicho ha hecho que lo primero que me ha transmitido la obra es un anhelo, un deseo. Lo segundo que despertó es un recuerdo, y las visiones algunas veces son recuerdos otras veces no lo son. En el caso de esta obra es algo que atrapa a la protagonista pero que no desvelaré a los posibles lectores para que lo descubran por si mismos, pues eso es lo importante cuando uno se adentra en la lectura de un libro.

Si adentrarse en esta obra me ha hecho sentir como esos cazadores de fantasmas que se adentran en lugares encantados para certificar si existen fenómenos paranormales o no los hay en ese lugar. Eso hace que el lector se sienta atraído, atrapado en la telaraña de la historia. Eso pasa debido a que por momentos sube la tensión y al propio o lector le produce algo similar a una subida de los niveles de adrrena

Es, por tanto, una obra que no se olvida. Es una obra que a través de sus 460 páginas nos hace sentir que eso que a medida que nos hacemos adultos olvidamos y puede reaparecer cuando menos lo espera uno o como menos lo espera.

Además nos hace sentir como el niño de la página 94, nos hace sentir como observadores silenciosos que impacientes nos mordemos las uñas inquietos esperando que vendrá después.

A decir verdad, con un planteamiento claro, un nudo que atrapa al lector como una telaraña, y un desenlace que nos deja una extraña inquietud en el corazón, la obra nos habla más a nuestra capacidad de sentir que a nuestra capacidad de razonar. La obra nos hace ver las cosas desde una perspectiva digna de enajenar la mente del lector más despreocupado. Más a la vez tiene ese espíritu romántico que actúa como una tormenta en el lector, que lo hace ver cada elemento de la historia como rayos o destellos en la oscuridad nebulosa.

La obra no me ha disgustado. Me ha dejado un buen sabor de boca, pero un sabor a la vez extraño como de algo oxidado y salado. Me ha recordado que la magia existe que sólo hace falta saber mirar a nuestro alrededor.

Al principio he decir la verdad, la portada me pareció recargada, pero después de leer la obra comprendí el sentido de la misma y me ha parecido coherente con la obra en sí. Una obra de una autora que con el paso de algunos años si le da una vuelta de tuerca a la la forma de narrar obras como esta centrándose más en el terror, en la parte oscura de la obra podría convertirse en una Anne Rice o Henri James; o si prefiere darle más luz quizás en una autora similar a Alejandro Dumas, y “La Dama de las Camelias”, o una Jane Austen. A mi entender el tiempo dirá que camino sigue esta autora.

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